Dentro de la gran oferta turística de Aragón no deben olvidarse las de sus fiestas. Es sabido que Aragón posee, además de su naturaleza, su arte, su cultura, un calendario festivo de carácter popular y participativo realmente admirable. Aparte de las festividades más famosas y que mayor número de visitantes atraen como son las fiestas del Pilar de Zaragoza, los Sanlorenzos de Huesca o las tamborradas de Samana Santa, en el Bajo Aragón, hay muchas otras de similar arraigo popular, que a continuación recordaremos. Sin embargo, una vez más nos vemos obligados a hacer la necesaria puntualización, estamos obligados a limitarnos a mencionar solamente algunas de ellas, por cuestiones de espacio.
Fiestas de Huesca
Veamos, algunas de las muchas fiestas en la Provincia de Huesca. En primer lugar, hay que recordar que la inaccesibilidad de la geografía altoaragonesa ha permitido la conservación de numerosas tradiciones que en otros lugares ya han desaparecido. Carnavales ancestrales, (Bielsa o San Juan de Plan), representaciones de índole histórica como La Morisma de Aínsa, pastoradas o la propia Mogiganga en el Ribagorza, cantos de albadas y, sobre todo, el dance, muy extendido en toda la provincia, desde Huesca a los Monegros o Sobrarbe y Serrablo. Sin embargo aquí haremos referencia a las dos grandes fiestas patronales: la de Huesca capital y la de Jaca, y en esta última también su famoso desfile de la Victoria.
San Lorenzo
En la ciudad de Huesca, la fecha del 10 de agosto es sinónimo de explosión festiva: recuerda a su patrón San Lorenzo. La población entera rebosa las calles de colores blanco y verde. Allí se junta la tradición laurentina con los últimos espectáculos musicales. Actuaciones para los más pequeños conviven día a día -estas fiestas patronales se prolongan desde el 9 al 15 de agosto- con actos para todos los gustos y edades. Rock, jazz, zarzuela, comedia y salsa, ocupan las horas más avanzadas de la noche, mientras que para los madrugadores el teatro infantil alterna y compite con las actuaciones de los Danzantes, las cabalgatas, ofrenda de frutos y actividades para la tercera edad. Todo ello sin olvidar las vaquillas y, especialmente, la Feria Taurina, considerada por muchos como la mejor de Aragón y a las que los peñistas acuden acompañados de sus respectivas charangas festivas. Es una semana en la que la ciudad se maquilla y enmascara, resultando desconocida hasta para sus habitantes.
Santa Orosia, en Jaca
Por otra parte, las fiestas populares jacetanas, expresión de religiosidad y rememoración activa de épocas y gestas pasadas, forman parte de la cultura de un pueblo que ha sabido conservar sus tradiciones a través de los tiempos y los cambios de costumbre. En Jaca, el día 25 de junio, tras la fiesta de San Juan, se conmemora el antiguo martirio de Santa Orosia, su patrona. Según la tradición, que se remontaría hasta el siglo VIII, la santa -una noble checoslovaca que venía a Jaca después de haberse casado por poderes con don Fortún Garcés, príncipe de Aragón- murió víctima de sus torturadores moros que quisieron obligarle a renunciar a la fe de Jesucristo. A un pastor que encontró el cuerpo de la mártir se le apareció un ángel encomendándole que colocara la cabeza en la localidad de Yebra de Basa y el cuerpo en Jaca.
En la romería de Santa Orosia se congregan cientos de romeros en la iglesia de Yebra y acompañan al relicario que contiene la cabeza de la Santa. A las seis de la mañana se inicia la marcha, precedidos por el abanderado que sujeta un mástil de casi 10 metros con el estandarte de la parroquia. Durante el recorrido se efectúan diversas paradas en lugares que reciben los nombres de escoronillas, arrodillas, Cruz gualda, cuevas, San Cornelio, chorro, San Blas, Santa Bárbara, etc. Al llegar a la fuente que señala el premio concedido por el ángel pastor, los danzantes inician el baile y entrechocan con violencia sus bastones a la vez que componen diversas figuras. Ocho son los danzantes, más el mayoral y el rabadán. Visten calzón corto, blusa y alpargatas.
En la cabeza llevan un sombrero lleno de cintas y flores y un espejo redondo. Pertenecer al grupo de danzantes es un honor que se transmite de padres a hijos entre los naturales de Yebra de Basa.
Mientras los danzantes realizan sus evoluciones, suena insistente el chicotén y el silbo. Los romeros van vestidos con ropones de tela gruesa, grandes sombreros echados sobre la espalda y cayados con cruz de metal. Pero no todo es tradición y devoción en la Jaca festiva. También se realizan en estos días (24-29 de junio), corridas de toros, verbenas, gigantes y cabezudos y un espíritu lúdico y popular cambia el aspecto interno y externo de la ciudad. Una semana en la que Jaca, aupada por la comarca, tiende su hospitalidad al visitante.
Fiesta del Desfile de la Victoria
Otra festividad en Jaca es la que tiene lugar el primer viernes de mayo en conmemoración de la batalla que ganara el conde Aznar contra los moros. Se celebra en el Santuario de Nuestra Señora de la Victoria, cerca de la confluencia de los ríos Gas y Aragón. Según la leyenda, una vez sitiada la ciudad, los jaqueses decidieron salir para tratar de romper el cerco. Sin embargo, fallido el intento quedaron en una situación difícil de la que seguramente no habrían podido salir a no ser por el valor de sus mujeres. éstas se peinaron alto tocado a modo de morrión y vistieron camisas blancas para aparentar ser tropas de refuerzo. Su carga provocó la huida y derrota de los sitiadores. La fiesta del Desfile de la Victoria consiste en una romería muy vistosa en la que, precisamente, desfila un cortejo de mozos vestidos de labradores y artesanos, con mosquetón y sombrero de flores en similitud a las tropas cristianas.
Detrás, el Ayuntamiento con uno de sus miembros, porta el estandarte con el escudo de la ciudad. Después de la misa se hace tremolar la bandera y las tropas disparan al aire. Por último, desfilan los soldados con el propio Don Aznar a la cabeza quien lleva clavadas en sus lanzas cuatro cabezas correspondientes a los cuatro jefes árabes derrotados.
Fiestas de Zaragoza
La semana festiva por excelencia de Zaragoza, y por supuesto, de la mayoría de los pueblos aragoneses. Tienen lugar en honor de la Virgen del Pilar el 12 de octubre. Durante varios días, la capital de la Comunidad aragonesa, atestada de visitantes, conoce toda suerte de festejos: corridas de toros, actuaciones folclóricas, espectáculos musicales y teatrales. Los elementos tradicionales del Pilar no se olvidan, manteniéndose los actos religiosos, incluyendo la multitudinaria Ofrenda de Flores, y la salida de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos. Esta comparsa, que a lo largo de ocho días recorre casi toda la ciudad, es una de las tradiciones zaragozanas más sólidas y que el Ayuntamiento ha tratado de conservar y potenciar restaurando la comparsa y aumentándola con un personaje netamente zaragozano, la Pilara. Bailes, verbenas, quemas de colecciones de fuegos artificiales, y un largo etcétera festivo se suceden sin cesar durante ocho días.
San Valero
Dentro de las tradiciones zaragozanas más arraigadas, se encuentra San Valero, patrón de la ciudad, en cuyo honor se come el tradicional roscón del Santo el día 29 de enero, siendo ésta la fiesta principal de la estación invernal. El Ayuntamiento invita todos los años a los zaragozanos a comer de un gigantesco roscón que se instala en la plaza del Pilar.
San Jorge
El día 23 de abril es la festividad de San Jorge, patrón de Aragón, recuperada como fiesta cívica de importancia creciente. Coincidiendo con esta celebración, toda la Comunidad festeja el Día de Aragón con diferentes actos públicos.
Corpus Christi, en Daroca
Mención destacada merece, en la provincia de Zaragoza, la fiesta del Corpus Christi, en Daroca, cuyo día grande, el jueves, ha sido declarado fiesta provincial. Espe-cial realce ofrecen las calles durante la procesión de los Sagrados Corporales, sobre los que llueven miles de pétalos de flores. La Corporación Provincial preside tradicionalmente este desfile que saliendo fuera de las murallas sube hasta la Torreta, desde donde inicia el regreso la comitiva. La gran custodia de Pedro IV el Ceremonioso de 1384, el gran palio del Arzobispo Martín Terrer de Valenzuela, las cruces, parroquiales de los siglos XV, XVI y XVII de Daroca y los pueblos de la comarca, así como los antiguos ornamentos de los sacerdotes dan a la procesión una vistosidad impresionante. Estos días de fiesta se complementan con festivales de jota, toros y otros acontecimientos deportivos y culturales.
Cuenta la tradición que el milagro de los Santos Corporales ocurrió el 23 de febrero de 1239. Tropas cristianas de Daroca, Teruel y Calatayud se disponían a arrebatar a la morisma el castillo de Ohío, en Lluchente. El capellán Mateo Martínez, de Daroca, celebraba momentos antes una misa en la que consagró seis formas destinadas a los seis capitanes de las tropas, un ataque sorpresa de los moros obligó a suspender precipitadamente la ceremonia, ocultando el capellán las formas envueltas en los corporales en un pedregal. Una vez rechazado el ataque, cuando fueron a buscar las hostias consagradas, las hallaron pegadas a los corporales y sangrando. Para albergar esta santa reliquia se levantó la suntuosa capilla gótica de la Colegiata, donde se guardan en caja de plata. El día del Corpus -como se ha descrito- los Santos Corporales son mostrados a la multitud.
Procesión de Veracruz, en Caspe
Procesión de la Veracruz, en Caspe, cabecera de la zona zaragozana del Bajo Aragón. Aunque la Semana Santa caspolina ofrece características similares a las de las conocidas localidades bajo aragonesas turolenses -tamborradas y desfiles procesionales- tiene, sin embargo, un hecho propio muy notorio. Recorre sus calles en la nocturnidad del Viernes Santo, la reliquia de la Veracruz, portada en artística y rica carroza con la que se cierra el desfile procesional del Santo Entierro, circunstancia que tal vez no se de en ningún desfile procesional del mundo cristiano. Son pocas las ciudades del mundo que tienen la fortuna de poseer un fragmento de la Cruz en que expiró el Redentor, de gran tamaño, y de la que tradicionalmente se afirma que esta Veracruz es auténtica. Fue donado a Caspe por el Gran Maestre de la Orden de San Juan de Jerusalén, Juan Fernández de Heredia, al fundar en 1394 el convento de San Juan en Caspe, que a su vez lo había recibido del Papa Clemente VII, siglo XIV.
Fiestas de Teruel
Como integrante de la región aragonesa, en los festejos de toda la provincia turolense está presente la Jota, cantada y bailada con maestría singular, siendo especialmente, renombradas La repetida Alcañiz, La Seguida de Teruel, La jota de Calanda, El Bolero de Castellote, etc. y asimismo el toro, vaquillas populares, toro embolado y de fuego.
Fiestas de la Vaquilla del ángel
En Teruel capital son tradicionales las fiestas denominadas de la Vaquilla del ángel, que rememoran, al parecer, el mito de la fundación de la ciudad, su documentación se remonta al siglo XIV. Tienen lugar el domingo y el lunes más próximos a la festividad de San Cristóbal, 10 de julio. Su festejo más típico es el toro ensogado que, semilibre, siembra la confusión y algazara en la plaza del Torico. En ellas tienen lugar espectáculos taurinos, manifestaciones artísticas y folclóricas, certámenes literarios y festivales de España.
Fiestas de San Valentín
Son igualmente populares las de San Valentín, el 14 de febrero, de exaltación de los Amantes de Teruel, su más bella historia de amor. Esta leyenda no sólo se ha mantenido a lo largo de los años, sino que actualmente vive un momento álgido y cuenta con una afamada y concurrida representación.
Fiestas del Jamón
En la tercera decena del mes de septiembre tienen lugar las Fiestas del Jamón, cuyos actos giran alrededor de este acreditadísimo producto de la gastronomía turolense y como es de imaginar en sus jornadas todos los asistentes pueden degustar las delicias de este antiguo y sabroso comestible.
Fiestas de los Mayos
La alegría que las gentes de Albarracín sienten ante el resurgimiento de la naturaleza, la plasman en la celebración de los Mayos, que llevan consigo toda una manifestación folclórica. Los Mayos son un himno a la primavera que se celebra con cantos, danzas, guirnaldas, etc., en muchos países europeos y, en modo especial, en Albarracín- Teruel. En esta comarca el acento se pone en la mujer, debido a la relación existente entre la fecundidad de la tierra y la mujer. El inicio de estas fiestas es el 30 de abril. El primer paso en la preparación de las fiestas es la elección de la dama a las que se cantan los Mayos. El marco que ofrece la ciudad de Albarracín con la música lanzada al aire y que la inunda totalmente, es un recuerdo imborrable por parte del visitante que quiere conocer estas típicas y populares fiestas.
Semana Santa
En el Bajo Aragón, comarca que constituye la transición entre los contrafuertes de la Cordillera Ibérica y el Valle del Ebro, común a las provincias de Zaragoza y Teruel, destacan los festejos populares o costumbristas de carácter religioso que se celebran con ocasión de la Semana Santa. Ello nos permite aludir a las localidades en que los actos revisten mayor esplendor. Albalate del Arzobispo, Alcañiz, Alcorisa, Hijar, Andorra, Calanda, Samper de Calanda, La Puebla de Híjar y Urrea de Gaén constituyen los núcleos integrantes de la conocida por Semana Santa del Tambor y el Bombo, habiendo instituido una Junta Coordinadora que programa las actuaciones y cuidado del mantenimiento de la más pura tradición. Durante la misma, aparte de las vistosas y severas procesiones, merecen destacarse los actos de Romper la Hora, en donde miles de tambores y bombos, en cada localidad, atruenan a los vecinos y visitantes. Estos festejos han sido mundialmente divulgados en la pantalla por Luis Buñuel, hijo de Calanda y figura estelar de la cinematografía.
En la comarca turolense recorrida por el río Mijares y en especial en las localidades de Mora de Rubielos y Rubielos de Mora se celebran sus fiestas en el mes de septiembre, con corridas de vaquillas y toros embolados. Se denomina toro embolado al acto de colocar al toro dos bolas fabricadas con material combustible, soportadas por un yuguete o un torniquete. Para ello se le ata a un poste y tras encenderlas se corre al toro por la plaza y calles hasta la total consumición de las mismas. Queda claro que las características de esta fiesta tan excitante exigen que la celebración sea nocturna y en la que la juventud rivaliza en agilidad y atrevimiento.