Valdejalón: entre vegas fértiles, yeso, piedra y legado mudéjar
La comarca de Valdejalón se extiende por el tramo medio y bajo del río Jalón, cerca de su confluencia con el Ebro. Este territorio, de carácter eminentemente llano, está enmarcado por suaves elevaciones y una vega frondosa repleta de huertas y frutales. Los ríos Jalón y Grío, este último procedente de la cara norte de la sierra de Algairén, riegan sus campos y nutren un entorno de contrastes donde las zonas cultivadas conviven con montes áridos y deforestados.
Ríos, desfiladeros y pueblos con historia
El Jalón atraviesa desfiladeros como los de Las Torcas, entre Morata de Jalón y Ricla, antes de descender hacia el Ebro. A su paso, vertebra un territorio con siglos de ocupación humana, como demuestran yacimientos arqueológicos en Épila, Rueda de Jalón, Calatorao y Cabañas. A lo largo de su cauce y del Grío, afloran pueblos cargados de historia, como Santa Cruz de Grío, con un aire serrano que lo distingue dentro de la comarca.
Uno de los grandes referentes patrimoniales es el castillo de Rueda de Jalón, alzado sobre un espolón de yeso. De origen musulmán, fue residencia del rey de Zaragoza tras la conquista de la ciudad. Desde su torre, la vista ofrece un espectacular contraste entre la vega fértil y los montes desérticos.
Una comarca moldeada por el agua y las culturas
Las huellas del pasado árabe son numerosas: acequias, azudes y norias evidencian la gestión del agua que impulsó la vida agrícola. En la Edad Media, el territorio fue repartido entre órdenes militares como el Santo Sepulcro y San Juan del Hospital, así como señores feudales. Esta diversidad dio lugar a un mosaico cultural donde convivieron cristianos, musulmanes y judíos, dejando un urbanismo característico.
Calles estrechas y sinuosas aparecen en localidades como Plasencia de Jalón, Santa Cruz de Grío o Almonacid de la Sierra. En contraste, poblaciones como Morata de Jalón, Lumpiaque o Bardallur muestran calles rectas con edificios nobles de los siglos XVII y XVIII. En plazas como la de los Obispos, en La Almunia de Doña Godina, o las de Chodes y Morata, se concentran casonas blasonadas y arquitectura tradicional.
Arquitectura, cuevas y templos con personalidad
La arquitectura popular también se expresa en las cuevas-vivienda excavadas en cabezos blandos, presentes sobre todo en Rueda de Jalón y Épila. Estos barrios trogloditas, con chimeneas humeantes en invierno, aportan una imagen pintoresca y única al paisaje urbano.
En todos los pueblos, las iglesias marcan la silueta del caserío. Hay templos góticos tardíos en Alpartir, La Muela y Rueda, junto a otros barrocos o de épocas posteriores. El estilo mudéjar dejó una huella indeleble, especialmente en torres como la de Ricla, de ladrillo y gran altura, o las de La Almunia, Salillas de Jalón y Lumpiaque.
Las ermitas románicas también forman parte del patrimonio destacado. Ejemplos como San Bartolomé en Bardallur, la Magdalena en Épila o la Virgen de Cabañas en La Almunia conservan aún valiosos elementos como alfarjes mudéjares o pinturas murales.
Yeso y piedra de Calatorao: riqueza geológica y uso arquitectónico
El paisaje de Valdejalón está marcado por el yeso, un material que ha sido esencial en la construcción tradicional aragonesa. Abundante en la comarca, se utilizaba para levantar muros, esculpir relieves y ornamentar ventanas. El proceso artesanal de producción del yeso incluía la extracción, calcinado y triturado de la piedra.
Por otro lado, la piedra de Calatorao, de tono oscuro y gran dureza, es uno de los materiales más apreciados de la arquitectura aragonesa. Usada desde época romana y musulmana, se ha empleado en edificios emblemáticos, como la estación intermodal de Zaragoza, y en numerosas construcciones locales.
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