Comarca Comunidad de Calatayud

Provincia de Zaragoza

Comarca Comunidad de Calatayud: patrimonio, naturaleza y aguas termales en el corazón del Sistema Ibérico

En el centro del Sistema Ibérico, donde el río Jiloca entrega sus aguas al Jalón, se encuentra la comarca de la Comunidad de Calatayud. Los relieves montañosos se alternan con estrechos valles, fértiles vegas y desfiladeros espectaculares. Aunque sus cumbres no son especialmente elevadas, el paisaje es de gran variedad y belleza.

Con una amplia extensión y una población significativa, esta comarca es una de las más dinámicas de Aragón. El arte mudéjar florece aquí, especialmente en sus emblemáticas torres de ladrillo. Calatayud, su capital, ha sido a lo largo de la historia un enclave estratégico y defensivo. De hecho, alberga el conjunto musulmán fortificado más antiguo de España: cinco castillos unidos por murallas que protegían la ciudad medieval.

Calatayud, arte y fortaleza en una ciudad histórica

El patrimonio de Calatayud es sobresaliente. Entre sus monumentos destacan las puertas de Terrer y Zaragoza, los templos de San Juan el Real —con pinturas de Goya—, la colegiata del Santo Sepulcro y San Pedro de los Francos. Las torres mudéjares de San Andrés y Santa María completan este legado artístico único.

Además de su valor arquitectónico, Calatayud y su entorno están profundamente vinculados al agua, no solo por sus ríos, sino también por su tradición termal.

Ríos y pueblos: rutas que conectan historia y paisaje

La comarca se organiza alrededor de los ríos que la atraviesan: Jalón, Jiloca, Ribota, Manubles, Grío, Perejiles, Piedra y Mesa. Cada vega acoge pueblos con encanto y monumentos singulares.

En el valle del Ribota encontramos iglesias notables en Aniñón, Cervera de la Cañada o Villarroya de la Sierra. El cauce del Manubles guía hasta Torrelapaja, Bijuesca y Berdejo, todos con restos históricos. Moros, sobre un espolón, Torrijo o Ateca, con su bella torre mudéjar, también merecen una visita.

El Grío riega localidades como El Frasno, rodeado de viñedos. El Perejiles conduce a Miedes, con su torre de cantería, y a pueblos como Mara, Orera, Sediles o Belmonte, cuna del escritor Baltasar Gracián.

En la vega baja del Jiloca, Villafeliche destaca por su alfarería y antiguos molinos de pólvora, mientras que Morata, Montón, Maluenda y Velilla conservan templos mudéjares y cascos urbanos llenos de historia.

El valle del Piedra y el valle del Mesa: naturaleza y arquitectura

El paisaje del río Piedra cambia a medida que avanza: es verde y fértil en Castejón, más seco al pasar Cimballa. Campillo de Aragón, en la confluencia con el Mesa, sorprende por sus muros sólidos. Nuévalos se sitúa entre dos grandes atractivos: el embalse de La Tranquera y el Monasterio de Piedra.

El valle del Mesa esconde joyas como Ibdes, con su trazado morisco, Calmarza, rodeada de agua, Munébrega, Abanto y Monterde, este último con torre mudéjar. A lo largo del Jalón, eje vertebrador de la comarca, se suceden localidades como Ariza, Cetina, Alhama de Aragón, Paracuellos y Saviñán.

Monasterio de Piedra: un vergel entre cascadas

Uno de los destinos más visitados de Aragón es el Monasterio de Piedra. Su recorrido, cómodo y accesible, atraviesa un parque natural lleno de cascadas, lagos y grutas. La acción del agua ha modelado la roca durante siglos, creando un ecosistema de gran riqueza.

Dentro del monasterio se conservan dependencias como el refectorio, la sala capitular y la antigua biblioteca. Además, alberga el Museo del Vino y una exposición dedicada al chocolate, que recuerda que aquí se elaboró por primera vez esta delicia en suelo español.

Balnearios: salud y relax con historia

Jaraba, Alhama de Aragón y Paracuellos del Jiloca conforman un triángulo termal con gran tradición. En Alhama, destaca un lago termal único en España con casi dos hectáreas de superficie. Estos balnearios, conocidos desde época romana, vivieron su apogeo en el siglo XIX y hoy gozan de un renovado impulso.

Tradiciones vivas y vinos con solera

La Contradanza de Cetina, celebrada por la noche a la luz de las antorchas, es una de las danzas más impactantes de Aragón. Los mozos visten trajes de esqueletos y realizan coreografías ancestrales que fascinan al visitante.

En cuanto a la gastronomía, el vino tiene un papel protagonista. Con más de 2.000 años de tradición, los caldos de la comarca se modernizaron en 1980 con la creación de la Denominación de Origen. Desde entonces, su calidad ha crecido notablemente, adaptándose a los gustos actuales sin perder su carácter.


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