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En el corazón de la Hoya de Huesca, en la tranquila localidad de Lupiñén, se alza la Parroquia dedicada a San Martín, un monumento que invita a los viajeros a descubrir su rica historia y su arquitectura singular. Este edificio, construido en sillería, es un ejemplo impresionante de la arquitectura religiosa que ha perdurado a lo largo de los siglos, ofreciendo un refugio de paz y espiritualidad.
La iglesia presenta una planta de cruz latina, con capillas laterales comunicadas que añaden un toque de complejidad a su diseño. Al entrar, los visitantes son recibidos por una nave majestuosa, cuya cabecera y brazos del crucero están cubiertos por elegantes bóvedas. El crucero, en particular, destaca por su cúpula sin tambor sobre pechinas, un detalle arquitectónico que capta la atención de los amantes del arte sacro.
Las capillas del lado del evangelio están adornadas con bóvedas de terceletes y combados, sostenidas por columnas semiempotradas en los ángulos, mientras que las del lado de la epístola presentan bóvedas elípticas rebajadas. Este contraste en las bóvedas ofrece una experiencia visual única, que se complementa con el coro alto situado a los pies de la iglesia, apoyado sobre un arco rebajado.
La entrada a la parroquia está protegida por un biombo de albañilería, con portones de cuarterones y ornamentación en bajorrelieve, que da paso a un interior lleno de detalles. La fachada, encajada entre dos contrafuertes, muestra restos de arcos ciegos, y su portada en arco de medio punto, flanqueada por pilastras lisas, es rematada por capiteles de guirnaldas que sostienen una estructura adintelada con una hornacina vacía.
La cornisa de yeso, decorada con diversos temas en bajorrelieve, añade un toque final de elegancia a este monumento. Visitar la Parroquia de San Martín es una oportunidad para sumergirse en la historia y la cultura de la región, disfrutando de un entorno que combina la serenidad del campo con la majestuosidad de la arquitectura religiosa. No pierdas la oportunidad de descubrir este tesoro escondido en Lupiñén, donde cada rincón cuenta una historia.
