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En lo alto de Bronchales, un pintoresco pueblo de la Sierra de Albarracín, se alza la Ermita de Santa Bárbara, una joya arquitectónica que ha vigilado el horizonte desde el siglo XIV. Esta construcción de mampostería no solo ofrece vistas impresionantes del pueblo y sus frondosos pinares, sino que también permite contemplar los vastos llanos de Pozondón y Ródenas. Su ubicación estratégica ha sido clave desde tiempos inmemoriales, sirviendo como un punto defensivo crucial en la Edad Media y mucho antes, como lo demuestran los hallazgos arqueológicos que datan desde la Edad de Bronce hasta la época íbera.
La ermita, de estilo gótico primitivo, conserva en su torre algunos elementos que recuerdan al románico, lo que la convierte en un fascinante testimonio de la evolución arquitectónica de la región. Durante una restauración en 2012, Santa Bárbara reveló un secreto que había permanecido oculto durante siglos: las tablas policromadas y talladas de su techumbre original. Estas 43 tablas, restauradas con esmero por la Fundación Santa María de Albarracín, esperan ser expuestas para que todos puedan admirar su belleza y el arte de épocas pasadas.
Bronchales, con su entorno natural privilegiado, es un destino ideal para los amantes de la historia y la naturaleza. La ermita no solo es un lugar de interés por su valor histórico y arquitectónico, sino también por la paz y la serenidad que se respira en sus alrededores. La Sierra de Albarracín, con sus paisajes de ensueño, invita a los viajeros a perderse entre sus senderos y descubrir la rica herencia cultural de la comarca.
Visitar la Ermita de Santa Bárbara es una experiencia que combina historia, arte y naturaleza en un solo lugar. No pierdas la oportunidad de dejarte sorprender por este rincón mágico de Aragón, donde cada piedra cuenta una historia y cada vista es un regalo para los sentidos.